Thursday, July 30, 2015

Le hice caso a mi doctor, me fuí.



El Sábado pensé que  sería un día fácil. Tenía cosas pendientes, pero sencillas.

Jugar tennis, sacar fotocopias, ir a  la tintoreria, comprar unos regalitos y organizar los detalles de mis vacaciones que empezarian en dos dias, nada especial.

Sin embargo, todo aquello que parecía “divertido”, previo a mis dias libres, me tenían super estresada y lo peor es que no me dí cuenta hasta que mi cerebro me envió serias señales: me dejó la cabeza en blanco y sin poder pegar una idea con la otra.

 Al parecer, hacer maletas, comprar regalitos, dejar todos los programas listos, enviar libros, contestar emales, y ser jurado en una elección de reina en Chicago. Todo divertido, pero mucho. Estaba anciosa y mi cabeza  me traicionó.

Noté que no estaba actuando normal porque veía estrellitas, estaba mareada y no coordinaba las ideas. En consecuencia, olvidé el nombre del lugar dónde daría una conferencia, no recordaba donde tenía que llevar unos afiches. Hablaba y no lograba construir una frase completa. Trataba de explicarme utilizando palabras como: “ese lugar, tú sabes, donde fuimos a la fiesta de?. Nada, no recordaba nada no podía hilar ideas. Al principio mi pareja pretendió no darse cuenta, luego cuando vió que no estaba coordinando, me llevó a casa.

Eran  las 12 del mediodia y sólo tenia café en mi estómago. Mi hermano que es médico me dijo que mi reacción era producto de agotamiento físico. Había utilizado todas mis energías ejercitándome y resolviendo los pendientes, eso activó las alarmas con las que mi cuerpo se defiende cuando está preocupado, el cansancio y el estrés  afectaron mi memoria.

Entonces después de regañarme, escribió su receta en un papel: –Nunca salir de casa sin desayunar y descanso urgente–. Le hice caso, desaparecí.

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