Wednesday, June 29, 2016

Un abrazo Salvador

Hoy tuve el privilegio de ser abrazada por Amma( Mamá) una mujer que algunos consideran Santa y que se ha dedicado a ayudar a miles de personas en el mundo.
Mata Amṛtanandamayī, de 62 años nacida en la India estaba hoy en su centro de ayuda espiritual, localizado en Elburn a donde acudieron más de tres mil personas a meditar, mientras esperaban turno para recibir un abrazo de ternura y alivio.

Quiero compartir mi experiencia espiritual, no religiosa, porque no soy de las que cree ni sigue a Gurues, especialmente si no entiendo lo que dicen, tengo mis santos de toda la vida a los que por cierto, cada vez les rezo menos, porque me he ido quedando con uno sólo ( Dios) que se ocupa de mi y lo que necesito. Sin embargo desde el momento en que Amma entró al lugar para dar inicio a su trabajo espiritual, con una meditación que para algunos se prolongo por muchas horas, la energía del lugar era tan grande que se me puso la piel de gallina y sin querer se me salieron las lágrimas.

Fuí sin muchas espectativas por que jamás había escuchado de Amma, ni del trabajo que hace desde que era una adolecente en su natal Parayakadavu, en el estado de Kerala, tampoco sabía que su centro tiene sedes en 40 paises en el mundo, ni que ha abrazado a unas 33 millones de personas y ayudado con comida y generado trabajos para miles de necesitados en los paises más pobres del planeta.

LLegamos a las 10 de la mañana en tren hasta la estación de La Fox en Elburn pero no me abrazaron sino hasta las 4 de la tarde, tiempo en donde aquella maravillosa mujer no se movió, ni para comer, ni para ir al baño. Alli estuvo rodeada de seguidores, a quienes fue abrazando uno por uno, bajo la rigurosa supervisión de decenas de voluntarios hindues y anglosajones vestidos con atuendos multicolores típicos de su tierra.

El inmenso espacio era como una iglesia convertida en mercado en donde cientos de personas se distraian por horas comiendo, comprando o rezando, matando el tiempo mientras les tocaba subir hasta el escenario en donde lo esperaban los abrazos de Amma.

Nunca me había sentido tan feliz sin hacer nada, aquellas horas de vacío y silencio eran la medicina que necesitaba. Finalmente me tocó subir, tenía cinco personas delante de mí y ya no podía controlar la lloradera, la piel de gallina se transformó en angustia: Qué hago, qué le digo, dicen que es milagrosa, qué le pido. Era como estar frente a Santa Claus por primera vez y no encontrar la carta.

Respiré profundo y me entregué a la experiencia de aquel momento mágico en donde aquella mujer risueña y grandota me daba la bienvenida. Que maravilla, por primera en mi vida, supe lo que se siente estar frente a un ser iluminado que luego de abrazarme me hizo sentir que lo podía todo y que estaba salvada. Asi fue este dia con esta mamá prestada.