Saturday, May 17, 2014

El amor no tocará a la puerta

El amor no tocará la puerta.

Cuando somos grandes, y nos quedamos sólos por un divorcio, muerte de la pareja o porque nos dejan; muchos se cierran  a la posibilidad de empezar otra vez, quizás por temor, conformismo o por flojera.

Otros nos negamos a perder el sabor que ofrece la vida, cuando sin importar la edad, nos lanzamos en una aventura  para conocer, compartir y por qué no, establecer una relación con alguién.

El corazón no envejece a menos que tú se lo permitas,  y la práctica y la constancia, te hace experto en cualquier actividad.

Si quieres compañia con fines afectivos, tienes que arreglarte, salir, reunirte con gente que esté en tu misma situación.

Inventa reuniones, celebra cumpleaños, visita a los amigos aunque estén en el hospital. Si no conoces personas del sexo opuesto, invita amigas que los tengan y hazle saber que estás interesada en conocerlos.

Todos los lugares son sitios para la conquista, la iglesia, el supermercado, la biblioteca, el parque, no descartes ningún lugar. Sigue el ejemplo de quienes siempre tienen un plan para compartir con amigos  o ya tienen pareja nueva.

No te muestres desesperada, pero sí, en acción para lograr tú propósito de tener compañia.

Es bueno que sepas que la gente “grande” que viven sólas tienden a sufrir más enfermedades en la edad avanzada que quienes tienen pareja.

Hoy en dîa es muy común establecer relaciones románticas, por medio del internet, tengo amigas que salen todo el tiempo, con otros que como  ellas les agrada tener compañía, algunas logran mantener una relación por meses, otras incluso se han casado.

Utiliza el sentido común y lánzate a buscar nuevas amistades por la vía que más te convenga, y a menos que quieras un cartero, el amor no te tocará a la puerta, así que arréglate y sal, sonrie y dile a la vida que tu corazón está disponible.

Wednesday, May 14, 2014

Dónde estarán la arepitas de papelón



Hoy amanecí con ganas de comerme una arepita con anís y papelón, de esas que vendían cuando uno iba hacia las playas lindas de Puerto Cabello y Falcón.

Recuerdo que íbamos varias parejas nos parábamos y veíamos como la negrita bonita, lanzaba las masas en un caldero que desaparecian entre las burbujas y luego emergian gordas y doraditas de una piscina de aceite.

Eran esos tiempos cuando consumíamos comida de la calle sin temor y sin culpa, cachapas con chicharrón grasoso, queso blanco con moscas, conservitas de coco negras: “Demasia grasa” diría aquel señor que entrevisté una vez en Alerta- .Era rico comer sin control, sin culpa, sin temor a las bacterias o a las calorías.

Entonces éramos jóvenes y flaquitos.

Después del festín de sabores llegábamos a la playa, dormíamos en carpas y tomábamos “Caballito frenao” como si fuera agua.

Los niñitos que eran los hijos de todos, sobrevivieron abrazados por el sol, comiendo arena y las mismas porquerias que sus padres. Reian, eran libres y felices, mientras nosotros, discutíamos como arreglar el mundo que sin saberlo era perfecto.

Hoy me comí dos arepitas dulces, y como un disco viejo la aguja se quedó trancada en la misma melodía. Me fuí a Venezuela me monté en nuestro carrito Volkswagen anaranjado, me imaginé a la negrita lanzando empanadas y arepas, sentí el olor del chicharrón grasoso, de la playa, del Coppertone, recordé lo hermoso de mi pais y mi gente.

Lloro, por lo que fuimos y no sé dónde está.

Las arepitas me quedaron bonitas, pero no saben igual.

Fotos para recordar...


Cuando mi hija era adolescente, solía reclamarme el no tener fotos de ella de chiquita. Es verdad, yo no tomaba fotos. Una que otra en las piñatas, en su bautizo y algunas disfrazada. Que pena, hay pocas fotos que me muestren a mi hija cuando era bebé.  El tio Carlucho era el encargado de perpetuar la realidad familiar con su cámara que tomaba hasta 36 fotos, seguro que él las tiene.

Que distinto es hoy, en donde cada evento es capturado  por los “smartphones” de los asistentes, asi de inmediato y sin editar ponen a circular nuestras fotos en las redes sociales.

Hoy la tecnología permite confirmar segundo a segundo la “realidad” de lo que nos ocurre, y hasta los hechos más triviales ocupan las primeras páginas de los portales de cada quien.

Solamente en Facebook cada minuto se colocan más de 208 mil fotografîas. De seguir asi, al final de este año se habrán publicado 880 billones de fotos  según fuentes de Yahoo.

No tomo muchas fotos, pero siempre aparezco en las que toman mis amigos y me encanta. No les hago caso a los estudios que indican que quienes  publican fotos de sí mismas, tienen baja autoestima, o sus realidades no son tan coloridas como las que muestran y tampoco me importan los comentarios que señalan que se nos escapa el momento, mientras tratamos de preservarlo.

Nosotros disfrutamos, la fiesta, la foto y la mirada de la foto, es como si la realidad se disfrutara una y otra vez. Como diría Garcia Márquez: “ la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” y que mejor recurso que las fotos para recordar, cuando nos falle la memoria y ya no nos acordemos.