Cuando voy a mi pais y escucho un frenazo, una ambulancia, una sirena, por instinto me asomo, para ver a quién chocarón o atropellaron, uno piensa en lo peor.
Escuchaste los tiros? Ojalá que atrapen al ladrón.
En los vecindarios de nuestros paises, (cuando el rio suena es porque piedras trae). Cuando llegan ambulancias, policias o se escucha una explosión: la ambulancia es para un herido, en el área hay un criminal y una víctima y las explosiones, no son fuegos artificiales, son balas, mijita balas.
Los sucesos en nuestras comunidades nos afectan porque si ocurre en nuestra cuadra, la victima es un familiar, un amigo, un vecino, gente nuestra con la que crecimos.
Vivimos en estado de alerta, siempre pensando en lo peor.
Donde vivo tambien hay frenazos, ambulancias, sirenas, choques y explosiones, pero somos indiferentes... Pareciera que lo que pasa fuera de nuestra puerta no es asunto nuestro.
Ayer, pasó algo que me preocupa. Estaba yo en la sala escribiendo mi columna cuando escuche un golpe durísimo, tuve la intensión de asomarme, pero entre el pino que tapa la ventana y el vidrio empañado por el frio, no me moví.
De repente me tocaron la puerta y al abrir vi el carro de mi novio humeante, estacionado en el jardin. Lo chocaron tan fuerte que se brinco la acera y casi termina en la sala de mi casa.
En segundos fuí testigo de una escena de película, ambulancias, policias, luces y sirenas invadieron el frente de mi hogar. Nadie resultó herido, gracias a Dios, pero lo que todavía me asusta fué mi indiferencia. Si no hubiera pasado en mi jardín y hubieran tocado a mi puerta, ni siquiera me habría inmutado.
