Saturday, September 27, 2014

Vieja si, antipática no.



Cuando era niña me llamaba la atención que muchos de los hombres “mayores” de mi familia,  eran bravos, los llamabamos tios aunque no eran hermanos ni de mi papa ni de mi mama... aquellos “tios” malencarados, nos regañaban por todo y aunque no eramos santos sentía que tanta braveza era exagerada... Como es lógico por razones de seguridad, manteniamos la distancia de aquellos señores cascarrabias.

Las mujeres “mayores” eran distintas, sabian nuestro nombre, les gustaba que comieramos y siempre tenían una palabra cariñosa para el muchachero ruidoso que inundaba las fiestas de familia.

Ahora que soy “grande”, entiendo lo que le pasaba a los parientes viejos,estaban deprimidos debido a los cambios hormonales; en consecuencia, estaban irritables y rabiosos, no podian entender por qué perdieron el entusiasmo y el control de su cuerpo, de las ganas de vivir  y de sus intereses.

Las tias, también pasaban por los mismos cambios, pero sabian drenar, hablaban, reian y lloraban como siempre, pero no eran  tan bravas.

Los dolores y malestares, perder  la memoria, tener incontingencia, no trabajar, sentirse inútil, son algunos  detallitos que vienen con los años  y  razones suficientes  para molestar a cualquiera, lo que no comparto, es el afán que tienen algunos, en repartir su molestia por donde pasan. 

Si esto le está ocurriendo a usted, háblelo con su médico a ver que le dice, haga algo, porque ser viejo y antipåtico es una buena combinación para que lo dejen solito con su rabia.

 Los cambios externos no los podemos evitar, los de adentro sí. Ahora es el momento de pensar distinto, ser útil, buscar nuevos amigos, servir y ayudar. Darle sentido a la vida. Hoy es su tiempo de jugar  y volver a ser niño.

Le pido que revise la historia de los viejos en su familia y escoja a quién de ellos se quiere parecer usted. 

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