Lo que yo hice, no es recomendable, porque renunciar y quedarse sin trabajo es algo que una persona responsable no hace.
Estaba sola, mis hijos grandes y casados, era libre podía equivocarme y cometer errores.
Una
amiga que sabía que yo estaba cansada de la televisión, me contrató
como vocera de su esposo, un reconocido político que no ganó las
elecciones.
Ese trabajo que llegué a odiar, fué mi camino hacia la independencia, una gran escuela que por fortuna duró sólo cuatro meses.
Después
me fuí a Colombia, en donde no conocía a nadie. Alli produje una
campaña para promover el Inglés como segunda lengua para empresarios.
Ganaba bien y era divertido, pero la soledad me hizo cuestionar, si
tenîa sentido vivir así, sola por el mundo, sin importarle a nadie.
Tenía que regresar a Chicago, donde estaban mis afectos, allá pondría en práctica mis ideas, en un terreno conocido.
Fué
entonces cuando mi hermano, que administraba un centro naturista (
nudista ) en el Sur de Francia me dijo: “Tienes que parar, es tiempo de
pensar lo que quieres hacer “Cuando seas grande”.
Con él me pasé
tres meses, me instaló en un bello apartamento en el campo, me contrato
como relacionista pública. Juntos creamos una campaña para promover las
maravillas de vivir sanamente y sin ropa.
“Crónicas desnudas,”
fué el programa de radio que nos permitió llevar el mensaje hacia Miami,
Colombia y Venezuela, lo producíamos en mi casa y como lo diferente
atrae, en poco tiempo se vieron los resultados: Aquel verano llegó más
gente.
Nos ayudó la radio y las historias insólitas que narrábamos.
Terminó el verano y regresé a Chicago liviana de temores.
Trabajo no me falta y cada vez se me hace claro el símbolo chino que indica que los problemas son oportunidades.
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